Cuando un anciano no quiere vivir, nos enfrentamos a una situación muy delicada que requiere de comprensión y apoyo adecuado. La pérdida de ilusión, la apatía, la tristeza o la depresión afectan la salud de las personas mayores, pero también la de sus seres queridos.
Como residencia de ancianos en Barcelona, estamos familiarizados con la problemática que se presenta cuando un adulto mayor siente que su vida ha perdido el sentido. Sigue leyendo y conoce los principales motivos que están detrás de estas ideas en un anciano. También descubre recomendaciones prácticas sobre cómo brindarles nuestro apoyo en momentos tan difíciles.
¿Por qué un anciano no quiere vivir?
No hay una única respuesta a esta pregunta, ya que cada persona es un mundo y tiene sus propias circunstancias y motivaciones. Sin embargo, existen algunos factores comunes que pueden influir en el estado de ánimo de los mayores y hacer que pierdan las ganas de vivir. Algunos de ellos son:
Envejecimiento biológico
Con el paso de los años, el organismo sufre una serie de cambios que afectan al funcionamiento de los órganos y sistemas vitales. Muchos ancianos que padecen de dolores crónicos o enfermedades discapacitantes sienten que su cuerpo se ha convertido en una cárcel. Algunos prefieren «descansar eternamente» antes que seguir viviendo entre sufrimientos interminables.
Pérdida de autonomía y calidad de vida
Como consecuencia de lo anterior, hay adultos mayores que sienten que ya no pueden valerse por sí mismos ni realizar actividades que antes disfrutaban: salir a pasear, juntarse con amigos o dedicarse a algún hobby. Esto merma su calidad de vida y los hace sentir una carga para sus familias.
El aislamiento social
La soledad es uno de los principales factores que deprimen al adulto mayor. Al llegar a la tercera edad, la persona se encuentra con circunstancias que la hacen sentirse sola y abandonada, por ejemplo:
- La jubilación
- La viudedad
- El alejamiento de los hijos y/o nietos
- La pérdida de amigos y otros seres queridos que ya no están más
- La dificultad para salir de casa.
Incluso viviendo con otros, muchas veces sienten que nadie los comprende ni les dedica suficiente tiempo. Cuando ya no pueden valerse por sí mismos, surge la pregunta sobre qué hacer con un anciano que no puede vivir solo.
La pérdida de sentido
Muchas veces, los mayores se preguntan cuál es el propósito de sus vidas, qué sentido tiene seguir viviendo cuando ya han cumplido sus objetivos o ya no se sienten útiles o valorados. La falta de proyectos, de ilusiones, de metas o de esperanzas, hace que la persona se desanime y se resigne a una existencia vacía y sin sentido.
La baja autoestima
Los cambios físicos y mentales propios de la vejez deterioran la percepción que los ancianos tienen de sí mismos. Así, comienzan a sentirse menos atractivos, menos hábiles y menos valiosos como personas.
Esta distorsionada autopercepción negativa genera sentimientos de inferioridad, vergüenza y culpa. Les hace creer erróneamente que ya no sirven para nada, que solo estorban a sus familias o que han perdido su dignidad. Por eso, se vuelven muy inseguros y reticentes a relacionarse con otros.
Toda esta carga emocional tan pesada va desgastando su amor propio y autoestima. Debemos recordarles continuamente lo importante que son para nosotros y lo mucho que aún tienen para dar.
Miedo a convertirse en una carga económica
Hay ancianos temen gastar todos sus ahorros en cuidados geriátricos y no dejarles nada a sus familias. Incluso aquellos que cuentan con pocos recursos se preocupan porque sus tratamientos médicos o una eventual residencia resulte demasiado costosa para sus allegados.
Sabemos que al hablar de un centro geriátrico, conocer el precio de una residencia de ancianos es una inquietud válida tanto para el adulto mayor y su grupo familiar.
Cuando un anciano no quiere vivir más: graves consecuencias si no se interviene a tiempo
Resulta comprensible que una persona de edad muy avanzada, luego de décadas de vivir intensamente, sienta que ha culminado su ciclo vital y solo desea descansar en paz. Sin embargo, es necesario estar alertas si estos pensamientos se acompañan de apatía extrema. Un anciano que duerme mucho y come poco, debe llamar la atención y ser motivo para buscar ayuda.
La hiporexia consiste en una disminución del apetito que lleva a las personas a dejar de alimentarse, o bien hacerlo de forma muy deficiente. El no consumir los nutrientes necesarios agrava todas las dolencias físicas y cognitivas relacionadas con el deterioro propio de la vejez. También acelera la pérdida de masa muscular, fuerza y resistencia.
Si esta peligrosa inanición no se detiene a tiempo, las consecuencias pueden ser terribles. Se deterioran rápidamente y son más propensos a contagios e infecciones. Cualquier enfermedad se les complica. Aumenta exponencialmente el riesgo de caídas, por la debilidad generalizada. Todo esto puede desencadenar desde discapacidades permanentes, hasta el fatal desenlace que ya deseaban. De ahí la crucial importancia de la supervisión y asistencia especializada que brindamos en nuestra residencia.
¿Qué hacer cuándo un anciano no quiere vivir?
Ahora que ya conoces las principales causas, veamos qué puedes hacer cuando un adulto mayor pierde las ganas de vivir:
1. Mostrarle todo tu apoyo y comprensión
Ante todo, es clave hacerle sentir que no está solo ni abandonado. Dedícale más tiempo, escúchalo atentamente, abrázalo, hazle saber lo importante que es para ti y tu familia. Demuéstrale que comprendes su sufrimiento y que están juntos en esto.
2. Animarlo a que exprese sus emociones
Muchas veces los ancianos callan su tristeza con el fin de no angustiar a sus seres queridos. Pero guardarse estas emociones negativas solo empeora las cosas. Incítalo amablemente a que exprese sus sentimientos y frustraciones. Llorar puede hacerle bien.
3. Ayudarlo a reconectar con actividades significativas
Incluso realizando tareas sencillas como leer el diario, hacer crucigramas o mirar álbumes de fotos puede marcar una gran diferencia en su estado anímico. También puedes incentivarlo a retomar hobbies que antes disfrutaba pero abandonó.
4. Facilitarle interacciones sociales gratificantes
El contacto humano es sumamente importante. Organiza visitas regularmente con aquellos familiares y amigos que más aprecia. Incluso una breve videollamada con un viejo conocido puede alegrarle el día.
5. Consultar a un profesional de la salud mental
Si ves que nada parece funcionar, no dudes en llevar a tu familiar a un psicólogo o psiquiatra especializado en geriatría. Ellos sabrán determinar si requiere algún tratamiento antidepresivo o terapia conductual.
La mejor solución: una excelente residencia geriátrica
Sin embargo, la opción óptima si ya no puedes cuidarlo en casa es ingresarlo en una residencia especializada. Nuestro personal brinda una atención profesional 24/7 tanto en salud física como mental. El entorno seguro, los nuevos amigos y el trato humanizado harán que tu familiar recupere las ganas de vivir.
Cuando un anciano no quiere vivir, es esencial no ignorar ese pedido de ayuda y brindarle apoyo incondicional mediante comprensión, compañía y asistencia profesional. Esperamos que este artículo te haya resultado de utilidad. Si sientes que como familiar ya no sabes qué más hacer, no dudes en contactarnos. Estamos para orientarte.